Hace muchos años que dejé de usar el libro de texto en mis clases de Música. No entendía su utilidad en una asignatura que percibía como "viva" en el aula. En clase "hacemos música", jugamos con ella, bailamos, la conocemos y disfrutamos desde la actividad, me decía. Con el tiempo las herramientas digitalizadas ampliaron el campo formativo del alumnado y, por supuesto, el mío. El aula se amplió con grupos en Hotmail, el blog (y el blogfolio del alumnado), chats, páginas web, el m-learning... Medios que me hacían reafirmarme en esta línea siempre que alguien me preguntaba.
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